martes, 3 de noviembre de 2009

Milenario (9): Suleiman, el Califa de los beréberes

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¿Existe una forma simple de explicar las guerras civiles de 1009-1031? Es arriesgado, pero Viguera Molins se acerca en Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes: aparte de las injerencias cristianas y las influencias de los poderosos eslavos, fue básicamente una guerra entre los andalusíes y los beréberes llegados en el siglo X. Los andalusíes eran los hispanorromanos, tanto los convertidos al islam (muladíes, que debían ser mayoritarios en el siglo XI) como los aún abundantes cristianos, sumandos a los árabes sirios y yemeníes, y a los beréberes venidos en los primeros tiempos de la dominación musulmana. Los nuevos beréberes habían llegado recientemente para servir a Almanzor, y se habían convertido en una fuerza incontrolable.

El nefasto (y breve) cuarto Califa al-Mahdi se encontró pronto con la horma de su babucha. ¿Se podía esperar otra cosa, después de desterrar a sus más capaces gobernantes eslavos, y maltratar a sus mejores soldados, los indomables beréberes? ¿Cómo podría defenderse de estos últimos si decidían tomar el poder? La respuesta es sencilla: no podría.

Cuando Suleiman al-Mustain reunió a los norteafricanos en torno a sí, cerca de Adamuz, y completó sus tropas con soldados de Castilla, la suerte de Córdoba quedó echada. Muhammad II al-Mahdi apenas pudo oponer un grupo inexperto de comerciantes, campesinos y demás civiles reconvertidos a guerreros. Las crónicas nos hablan de diez mil cordobeses muertos en la batalla del 5 de noviembre de 1009, que provocó la huida del Califa a Toledo y la proclamación de Suleiman como quinto gobernante desde que Abderramán III puso fin al emirato en 929.

¿Qué fue de Hisham II, que permanecía oculto por al-Mahdi desde la farsa de su entierro? Pues su propio opresor trató de sacarle a la calle en busca de legitimidad, cuando la batalla contra Suleiman parecía ya imposible de ganar. El débil hijo de Alhakén sólo duró unas horas en libertad, y volvió a las mazmorras.

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Línea temporal de la dominación musulmana (I y II)

1 comentario:

José Manuel Fuerte dijo...

Algún día encontraremos la tumba de Hisham (si no la destruyen antes) y en ella encontraremos muchas respuestas. Eso es lo que a mí me gustaría, pero probablemente algún constructor lo interrumpirá.