sábado, 24 de mayo de 2008

Milenario (1): la última primavera de Qurtuba

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Hace exactamente mil años, la grandiosa Qurtuba califal vivió su última primavera. Era mayo de 1008, cuando florecieron por última vez los jardines de Medina Alzahira (
al-Madinat al-Zahira) y se adornaron de colores las almunias que rodeaban a la capital.

Reinaba el tercer Califa de la dinastía de los Omeya, Hisham (Hixem) II, encerrado en su propio palacio por el valido Abd al-Malik al-Muzaffar, hijo del todopoderoso Almanzor y gobernante efectivo desde su muerte en 1002, estableciendo de esta manera una dinastía amirí en el poder, paralela y sobrepuesta a la legítima familia reinante.

La ciudad era inmensa. Inabarcable. Los historiadores decimonónicos jamás se creyeron las cifras de población porque no imaginaban una Córdoba de doscientos, trescientos mil, medio millón de habitantes constreñida entre sus murallas medievales; les faltaba el dato esencial: Córdoba ocupaba una superficie mucho, muchísimo mayor. Rebasaba los muros y se extendía por la actual Ciudad Jardín hasta más allá de los límites actuales, seguía el río hasta las almunias de Casillas, se había construido en lo que hoy son las Margaritas, Ollerías, casi con toda seguridad algunas zonas de Levante hasta Carlos III.

Ni París, ni Roma, ni Londres podían soñar siquiera con semejante extensión o con una parecida cantidad de artistas, artesanos o científicos. Sólo la opulenta Constantinopla, Bagdad o Cairuán podían compararse con Córdoba.

Dos ciudades palatinas, Medina Azahara al oeste y Medina Alzahira al este, rivalizaban en riqueza. Junto a ellas, se habían extendido los barrios de funcionarios y comerciantes, formando en algunas zonas casi un continuo de siete millas que Ramírez de las Casas-Deza nunca pudo llegar a entender.

Y sin embargo, la bomba étnica que suponía la mezcla de árabes, beréberes, muladíes, eslavos y mozárabes había ido fraguando una inestabilidad cuya mecha sería el enfrentamiento dinástico entre omeyas y amiríes. Desde finales de 1008 y, especialmente, principios de 1009, cuando estalló la guerra civil, una vertiginosa sucesión de Califas, asedios, saqueos y revueltas aplastó durante veintidós años la memoria de Qurtuba. Medina Alzahira fue destruida en 1009, Medina Azahara fue violada y hundida en 1010. Sólo quedó, en palabras de Ocaña Jiménez, un "campo pletórico de espantosas ruinas", un cementerio de casas, muros caídos y tejados carbonizados, miles de viviendas abandonadas, capiteles rotos. Columnas caídas, arcos colapsados, palacios desvalijados.

Fue la mayor catástrofe, sólo comparable a la destrucción por las legiones de Julio César, que esta ciudad haya visto en su Historia, y se va a cumplir su milenario. Ha llegado la hora de rescatarla del olvido.

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Línea temporal de la dominación musulmana (I y II)

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